LA PANZA DE UNA OLLA

La semana pasada conseguí salir 3 veces a correr, lunes jueves y domingo. Hasta ahí todo normal, ya sabéis que casi no tengo tengo tiempo y rara vez puedo salir más de eso. Sin embargo sí que hubo algo nuevo: las tres veces fueron "tiradas largas" . Al menos para mí lo fueron porque en las tres superé la hora de trote. Desde 1 hora y 14 minutos hasta 1 hora y 20, que fue la salida más larga.
Todas la salidas fueron a trote, con las pulsaciones bajas, en torno a 145 de media, aproximadamente. El lunes descansé y ayer martes volví a intentar la "salida larga". ¡¡Pero.......¡¡
Se quedó en eso, en intentona. No hubo manera de bajar las pulsaciones 150, bueno sí, parándome pero para eso me quedo en casa. Ayer por la tarde, que fue cuando salí, hacía un calor espantoso. Estos cambios tan bruscos de temperatura me hacen polvo.
A sabiendas del calor que iba a pasar, me llevé un botellín de agua. Por cierto, no sabía dónde leches me lo iba a meter. No tengo cinturón portabidones de esos que gastáis los "de élite". Me lo metí en la parte de atrás de la malla corta, y antes de volver la esquina ya lo tenía metido en el culo y aunque uno ya "tiene el culo pelao" en esta vida, no era plan de hacer una hora con un botellín en aquella parte.
Intenté ponerlo en la parte de delante y no veáis las miradas, sobre todo femeninas, que me echaban ante semejante bulto.. no, no, no es lo que parece.....
Total, que estuve todo el rato con la botellita en la mano. Cuando probé dos tragos, el agua estaba más caliente que la panza de una olla y la tiré a un contenedor.
Volviendo a las pulsaciones, como digo, altísimas, las piernas tampoco acompañaban. Plomo auténtico. No sé si será el calor, el cansancio o las dos cosas....